1589 CASTELLANOS, JUAN DE, Elegías de varones ilustres de Indias

1589 CASTELLANOS, JUAN DE, Elegías de varones ilustres de Indias [Colombia] [Buenaventura Carlos Aribau, Madrid, Ribadeneira, 1847] Verso
 
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Hervian como grande hormiguero
Quitada la cubierta de la tierra,
O como las langostas si son tantas
Que cubren los sembrados y las plantas.

»No viérades quebrada ni sobaco
De monte que no huellen muy espesos,
Y á sombra de las velas y en opaco
Usaban los piaches sus escesos,
Consultando con humo de tabaco
Al demonio que diga los sucesos,
Gozando de tan buena medicina
Con una cerimonia tan malina.

»Oimos la razon del adevino,
Y fué de favorables responsiones;
Todo lo necesario se previno
Por las alborotadas intenciones,
Y luego nos pusimos en camino
Contra los afligidos corazones,
Los cuales, aunque enfermos
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galanas:
Dardos con sus avientos ó con ganchos,
Rodelas, arcos, flechas y macanas,
Pintados rostros, pechos, coyunturas
Con grandes diferencias de pinturas.

Libres están de la pomposa ropa
Y de cubiertas duras el acero,
Do quiera que mireis allí se topa
Macato, chicha, vino mas grosero:
Uno toma tabaco y otro yopa
Para poder saber lo venidero;
Estaban plazas, calles y caminos
Llenos de hechiceros y adevinos.

Fenecidos aquestos actos tales
Y dado fin á tanta borrachera,
Hicieron ciertas muestras y señales
Con que se sosegó la gente fiera:
El Baucunar llamó los principales,
Y á todos los habló desta manera,
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solimán ni solimanes,
Ni pudo mas curar en esta guerra
Que pudieran curar polvos de tierra.

Ansí que quien ha visto tanto muerto
Por tierra de Cubagua y Cariaco,
Y de muchos remedios es esperto
El remedio mejor juzga por flaco:
Y aun no sé si podré tener por cierto
Lo que dice Monardes del tabaco;
Pero quiero yo fuera de patraña
Contaros una cosa bien estraña.

Hicimos en caribes cierto salto
Tomándoles la gente y el fardaje;
Mas uno de prision viéndose falto
Con un hijuelo suyo como paje,
Subió por un caney á lo mas alto
Por no se sujetar al vasallaje,
El con un arco grueso muy
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La bajeza de aquellos mercaderes.

Porque luego los indios comarcanos
Que Cubagua tenían á los ojos,
Sabiendo ser huidos los cristianos
Vinieron á gozar de los despojos:
De los cuales hincheron bien las manos,
Aumentando con vino los enojos;
Pues cuanto mas el bárbaro bebía
Tanto mayor braveza concebía.

Anda la borrachera y el tabaco,
Hínchense bien las pieles y los senos,
Suenan voces y gritos en el saco,
Y cuantos van y vienen vuelven llenos:
Acudieron también de Carïaco,
Y los de Santa Fe ni mas ni menos;
Cuantos iban al fin destas raleas
Revolvían cargados de preseas.

Abierta pues segun es declarada
La puerta
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podais contar sobre comida;
Porque si en vuestra mano fué la entrada,
No sé si podrá sello la salida;
Bien podeis alistar los calcañares,
Pues los indios aprestan los pulgares.

»Amigo Juan Beleño, yo te empeño
Mis barbas, que tuvieras mejor saco,
Si dejando vapores de beleño
Tomaras un humillo de tabaco;
Pues hoy han de tener moderno dueño
Tu celada con plumas y tu jaco,
Y estos nocturnos saltos y estas penas
Las tienes de pagar con las septenas.»

Aquesto dicho, desde la ladera
Con cuantidad de gente bien armada,
Cor arronjallos sobre la escalera
Disparan una y otra rociada;
Cercana la tenian y
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dentro de tercero dia.

Francisco Bahamon salió herido,
Por faltalle las armas defensoras,
El cual de muerte no fué poseido,
Mas su caballo dentro de dos horas;
Un negro su postrero dia vido,
Sin dar la corrupción largas demoras;
Los demás, en quien fué veneno flaco,
Se curaron con zumo de tabaco.


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 Escaparon los míseros captivos
De bestias en costumbres tan horrendas,
Y á los que fueron muertos y á los vivos
Se les restituyeron sus haciendas;
Volvieron á su pueblo con motivos
De no permanecer en sus viviendas;
Mas entre tanto quel gobierno tuvo
Bahamon, nunca mas caribes hubo.

Y al viejo corcobado
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el capitán Velasco los dispuso
Al orden que mejor le parecia
Para poder valerse contra tanta
Muchedumbre de bárbaros, cursados
En guerras y borrascas tan continas;
A lo menos los indios señalados
Fueron mil y quinientos sin la chusma,
Los cuales se venian acercando,
Segun de las señales coligian,
Por oler á humadas de tabaco,
Bijas y trementinas con que vienen
Untados cuando van á rompimiento;
Y no fueron allí de los antojos
Que dicen de quien bueyes ha perdido,
Pues salió con la luz el desengaño.
Porque cuando la lumbre del aurora
Venia descubriendo por oriente
Ahuyentando las tinieblas tristes,
Y á los escelsos montes restituye
Sus colores
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